• Dr. Fernando Mayá Trujillo | Director Centros Médicos Agrupació
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Cualquiera de nosotros, de manera gradual o de forma repentina, podemos encontrarnos en la situación de que un familiar, como resultado de una enfermedad, pase a ser una persona dependiente para sus actividades cotidianas. Si decidimos asumir esos cuidados en parte o totalmente en el ámbito familiar, una parte importante de nuestro tiempo, que hasta ahora ocupábamos con otras actividades, pasará a estar dedicado a prestar ayuda a nuestro familiar en aquellas tareas que ya no pueda realizar por sí mismo.

El cuidado de nuestro familiar puede hacer que nuestra vida cambie de manera radical afectándonos tanto a nosotros como al resto de familiares y personas de nuestro entorno y repercutiendo en muchos ámbitos:

  • Relaciones familiares: tensiones generadas por el reparto de tareas, puntos de vista diferentes sobre los cuidados, falta de tiempo para dedicarle a otros miembros de la familia.
  • Ámbito laboral y económico: dificultad para compaginar cuidados con horarios laborales, necesidad de reducciones de jornada, disminución ingresos, incremento gasto por los cuidados.
  • Vida social y ocio: reducción notable del tiempo dedicado a actividades lúdicas, deportivas, a las amistades...
  • Salud: cansancio, fatiga mental, sensación de deterioro de la salud...
  • Estado de ánimo: una verdadera tormenta de sentimientos, muchos negativos (tristeza, desesperanza, impotencia, preocupación, culpabilidad, miedo, ansiedad, irritabilidad...) pero también algunos positivos derivados de sentirse más cercano y útil para su ser querido, a la vez que descubrir nuevas habilidades o facetas, como el agradecimiento de la persona cuidada.

Además, cada cuidador/a vive la situación de un modo diferente y hay muchos factores que condicionan como se percibe y se convive con ella: a quién se cuida, qué relación previa se tenía con ese familiar, el grado de dependencia, la participación o no en el cuidado de otros familiares o profesionales, el nivel de auto exigencia del cuidador/a, etc.

Día Internacional de las Personas Cuidadoras

Pero ¿quién cuida al cuidador/a?

Los cuidados que debe procurarse la persona cuidadora son tan importantes como los cuidados que el familiar dependiente necesita. Si asumimos el rol de cuidador principal, cuidar de nosotros mismos es la mejor manera de estar preparados y de obtener y mejorar nuestras capacidades para atender apropiadamente las necesidades de nuestro familiar.

La actividad que desarrollan las personas cuidadoras es complicada y difícil ya que la mayor parte de las veces supone anteponer el cuidado de la persona dependiente a su vida familiar y personal. Aunque a veces se pueden repartir las tareas entre varios miembros de la familia, la carga y la responsabilidad recae habitualmente sobre la persona que asume los cuidados, cuidador o cuidadora principal que, en países como España, aún en un alto porcentaje, suele ser una mujer cercana al paciente (esposa, hermana, hija...).

Las cuidadoras y cuidadores deben tener a su alcance todos los apoyos necesarios que favorezcan su estado de salud óptimo y puedan identificar y atender sus propias necesidades primero, así como afrontar con fortaleza emocional los problemas y las dificultades diarias que surgen como consecuencia de esta nueva tarea que han asumido. Para ello necesitan tener los conocimientos adecuados sobre la situación de la persona dependiente y cómo prestar los cuidados sin que se afecte su estado de salud física y mental, a largo plazo, y a su autonomía.

Recomendaciones

Por tanto, en esta tarea es importante que, como persona cuidadora, tengamos en cuenta las siguientes recomendaciones:

  • Lo primero, ser consciente de la importancia que tiene la labor que se ha asumido y admitir que está haciendo todo lo posible, vigilando el nivel de auto exigencia que nos marcamos.
  • Conocer y formarse, si es necesario, sobre los cuidados que el familiar va a necesitar.
  • Compartir la responsabilidad con la persona dependiente fomentando los autocuidados y aprender a decir NO ante las demandas excesivas de esta.
  • Aceptar toda la ayuda que tengamos disponible y admitir que tenemos derecho a cometer errores y a no culparnos por ello.
  • Compartir el cuidado con otras personas siempre que sea posible y buscar ayuda en los familiares, los amigos y los servicios profesionales de la administración pública o privados.
  • Es importante dedicar tiempo para la propia preparación física y psíquica.
  • Buscar tiempo para dedicarlo a uno mismo o misma haciendo cosas que nos gusten como: leer, escuchar música, pasear, descansar o practicar relajación.
  • Prestar atención a nuestras necesidades y cuidar de nuestra salud: dormir las horas suficientes, hacer ejercicio físico con regularidad, evitar el aislamiento...
  • Organizar el tiempo, planificar los cuidados y repartir las tareas.
  • Mantener las relaciones sociales: el contacto con sus amigos, cuidar las relaciones familiares, con la pareja, los hijos...

Síntomas de alerta

El cuidado de una persona dependiente tiene repercusión sobre el estado emocional de las cuidadoras y los cuidadores. Cuando se descuidan las propias necesidades o se pierde la autonomía y se asume un exceso de responsabilidad, la persona cuidadora puede ver afectado su bienestar emocional presentando los siguientes síntomas psíquicos y sociales:

  • Tristeza
  • Fatiga emocional
  • Irritabilidad
  • Abandono del cuidado personal
  • Sentimientos de culpa
  • Rechazo hacia la persona dependiente con distanciamiento emocional
  • Actitud negativa hacia el cuidado, el propio trabajo y hacia sí misma
  • Aislamiento y soledad, pérdida del tiempo de ocio individual y compartido

Como consecuencia de ello puede ver disminuida su calidad de vida hasta llegar a enfermar y pueden aparecer ciertos síntomas o comportamientos que tienen que hacer saltar las alarmas:

  • Pérdida de apetito
  • Comer compulsivamente
  • Ansiedad
  • Llanto
  • Falta de concentración
  • Accidentes domésticos
  • Cansancio, que se manifiesta con agotamiento físico y psíquico
  • Temblor
  • Insomnio
  • Abuso de fármacos y/o alcohol

Ante la aparición de cualquiera de ellos debe pedir ayuda a un/a profesional y dejarse ayudar, poner límites al cuidado de la persona dependiente porque cuidando de sí misma/o podrá estar en condiciones óptimas para prestar toda la ayuda que la persona necesite. Lo mejor, por tanto, es prevenir la aparición de la enfermedad tomando parte activa en su propio cuidado.

Más información
- Persona cuidadora. Cuidar. Junta de Andalucía
- "Cuidar, cuidarse y sentirse bien": Guía para personas cuidadoras. Fundación Pilars

Más sobre mí
Fernando Mayá Trujillo es Licenciado en Medicina por la Universidad Autónoma de Barcelona (Unidad Docente Valle de Hebrón), Experto en Valoración de Daño Corporal (IL3-Universitat de Barcelona) y con Especialización en Valoración Médica de la Incapacidad Laboral (Universidad de Alcalá). Ha desarrollado la mayor parte de su actividad laboral en el sector de las Mutuas Colaboradoras con la Seguridad Social tanto en el ámbito asistencial como en el de gestión y, actualmente, desarrolla su labor como Director de los Centros Médicos de Agrupació.

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