• Lourdes Peña | #impúlsate
  • 4 min de lectura

El deporte ayuda a nuestras defensas

Todos los buenos hábitos que adquirimos a lo largo de nuestra vida van a contribuir al mantenimiento de una buena barrera inmunológica.

El sistema inmune es el mecanismo que tiene nuestro cuerpo para defendernos de patógenos extraños o agentes causantes de enfermedad. Su primer objetivo como defensa es detectarlos en el organismo y después destruirlos.

En la actualidad, son numerosos los estudios en los que se evalúan los efectos beneficiosos del ejercicio físico sobre el sistema inmunológico. ¿Qué respuesta estamos obteniendo? ¿Qué conclusiones sacamos? Es simple: el deporte ayuda de forma directa a la mejora de nuestras defensas. Se rompen así las antiguas creencias de que la actividad física favorecía el debilitamiento de los procesos de defensa del organismo.

Ejercicio físico y sistema inmune, la pareja perfecta

Sistema inmune y ejercicio físico. ¿Cómo se relacionan?

Hasta aquí ya sabemos que hay una conexión entre ellos y que esta nos ofrece ventajas a corto y a largo plazo. Pero no todo es tan positivo, ya que debemos tener en cuenta que todas estas consecuencias dependen de la intensidad de nuestra actividad física. Sí, como lo lees, son varias las revisiones que muestran como el deporte habitual de intensidad moderada favorece al sistema inmune, mientras que el deporte de muy alta intensidad y prolongado en el tiempo puede suprimir o reducir estos mecanismos beneficiosos.

Y, ¿cómo se produce esta influencia? Se debe a una respuesta sobre el metabolismo y el sistema endocrino (alterando las respuestas hormonales). Sabemos que el ejercicio físico produce un aumento del ritmo cardíaco, que genera a su vez un aumento del flujo sanguíneo y como consecuencia un aumento de la movilidad de los linfocitos a través del organismo, facilitando su llegada hasta agentes patógenos. Además, la función de estos linfocitos (T y B) y de las células NK (natural killer) mejora de forma significativa, por lo que aumenta la posibilidad de destruir células nocivas en nuestra primera barrera defensiva. Pero todavía hay más, y es que la acción de los macrófagos, neutrófilos y monocitos (responsables de la fagocitosis de células nocivas) se ve amplificada en las horas posteriores a la práctica deportiva. Se podría todavía profundizar más aún en los cambios inmunológicos que se producen, pero todos ellos conducen a la misma idea: el deporte activa y potencia nuestras defensas.

¿Hay alguna parte negativa en todo esto? Desgraciadamente, sí. Como decíamos antes, cuando la actividad física es de alta intensidad (entendiéndola como una actividad de más de 3 horas al día, similar al deporte de élite) aparecen variaciones en los niveles de cortisol (hormona del estrés), incrementando su producción y, por tanto, disminuyendo la actividad de la respuesta inmunitaria. Pero, eso sí, solo de forma temporal.

Por lo que, para resumir en una idea: deporte y salud son casi sinónimos. Si quieres disminuir el riesgo de padecer enfermedades y evitar esos molestos virus anuales que te dejan sin energía durante unos días, comienza a hacer ejercicio de forma regular... lo notarás 😀

Si tienes dudas, el equipo de expertas y expertos entrenadores de MAMIFit y los médicos de los seguros de salud de Tomamos impulso te ayudarán a elegir una rutina de entrenamiento adaptado que te permitirá mejorar tu calidad de vida y crear nuevos hábitos saludables.

Más sobre mí
Lourdes Peña Romero. Fisioterapeuta y entrenadora de MAMIfit. Especialista en suelo pélvico. Máster en acondicionamiento físico y control motor. Doctorada en la Universidad de Castilla-La Mancha

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