• Sandra Solaguren-Beascoa | #impúlsate
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Todos los alimentos que compramos (ya sea en pequeños comercios o grandes superficies) deben llevar impresa su correspondiente etiqueta para informarnos, como consumidores, de qué es lo que realmente vamos a consumir si decidimos optar por la compra de ese producto. Sin embargo, a pesar de que los fabricantes tienen la obligación de informar de manera clara y detallada con qué elaboran sus productos, no siempre resultan fáciles de entender y nos dificultan saber qué es lo que realmente estamos comiendo. Por ello, a continuación, te damos unos pequeños tips para que te resulte más fácil poder llevar a cabo la lectura del etiquetado de los alimentos que consumes en tu día a día.

Aprender a leer las etiquetas de los alimentos

El etiquetado de los alimentos es un requisito que todos los fabricantes deben cumplir

A la hora de fabricar y comercializar un producto tiene que estar debidamente etiquetado. Sin embargo, las etiquetas no siempre muestran una información clara y precisa de cuál ha sido el proceso de elaboración del alimento que estamos comprando, generándonos como consumidores, confusión e incertidumbre.

¿Qué debe incluir la etiqueta de un producto alimentario?

Para que el etiquetado de un alimento y/o producto esté completo debe incluir los siguientes apartados: denominación (identificar el alimento); ingredientes (por orden, de mayor a menor porcentaje); alérgenos (sustancias susceptibles de generar alergias y/o intolerancias); información nutricional (valor energético, cantidad de: grasa, grasa saturada, hidratos de carbono, azúcares, proteínas y sal) expresada normalmente en gramos, kilos, litros, centilitros o mililitros; fecha de caducidad y/o consumo preferente; procedencia (indicar el lugar de origen del producto).

Con el propósito de mostrar la realidad de qué es lo que estamos comiendo, te damos unas pequeñas pautas para que, de manera fácil y rápida, puedas “chequear” el etiquetado de los alimentos mientras haces la compra. Continúa leyendo:

  1. Orden de los ingredientes: los alimentos aparecen ordenados de forma decreciente, siendo el primer producto de la lista el que está presente en mayor porcentaje. Por ello, en procesados como la crema de cacao, es importante que nos fijemos en que el primer ingrediente de la lista no sea el azúcar y aún más cuando nos venden el producto como “crema de cacao noir”, fomentando que, como consumidores, pensemos que es una opción mucho más saludable que otras del mercado.
  2. Longitud del texto de la etiqueta: es mejor que la lista sea corta, ya que suele ser sinónimo de producto real o procesado mínimamente. Normalmente, los productos que encontramos en los supermercados con listas de ingredientes infinitas son auténticos ultraprocesados: productos que debemos moderar y/o evitar su consumo regular en nuestra dieta.
  3. Número y tipo de aditivos: los aditivos son sustancias que se añaden a los alimentos para prolongar la fecha de consumición del producto que se quiere elaborar: darle más sabor, color, olor... (entre otros). Los podemos identificar con su nombre completo o con la letra “E” seguida de tres números:
    • E1 (y dos números más): colorantes
    • E2 (y dos números más): conservantes
    • E3 (y dos números más): antioxidantes
    • E4 (y dos números más): texturizantes
    • E5 (y dos números más): reguladores de acidez
    • E620 - E635: potenciadores de sabor
    • E901 - E904: aporte de brillo
    • E950 - E967: edulcorantes
  4. Azúcares añadidos: los azúcares son hidratos de carbono simples y su consumo abusivo resulta perjudicial para nuestra salud. Lo ideal sería minimizar al máximo su ingesta diaria, por lo que es importante que nos fijemos en la cantidad real (añadida de manera artificial) de azúcar que lleva el producto que compramos. Normalmente suele ser difícil identificar porque aparece enmascarada con otros nombres y cuesta reconocerlos. Algunos de los más comunes son: glucosa, sacarosa, dextrosa, jarabe de maíz, fructosa, concentrados de zumos de frutas, miel de caña... Todos ellos son azúcares añadidos (no naturalmente presentes) durante el proceso de elaboración del producto.
  5. Valor energético: sirve para indicarnos la cantidad o número de calorías que aportan los 100 gr. de un producto. Suele aparecer primero en kilojulios (kj) y a continuación en kilocalorías (kcal), indicador en el que normalmente nos solemos fijar. El valor energético de un producto no determina su calidad y no es mejor o peor por tener un mayor o un menor número de kilocalorías. No todas las personas necesitamos lo mismo, sino que tenemos unos requerimientos nutricionales diferentes y debemos regular nuestra alimentación en función de lo que realmente necesitemos.

No obstante, si aun así te quedan dudas, el equipo de expertas y expertos entrenadores de MAMIFit y los médicos de los seguros de salud de Tomamos impulso te ayudarán a resolver dudas, leer e interpretar de manera correcta el etiquetado de los productos que consumes para que puedas llevar una alimentación lo más saludable, equilibrada y ajustada a tus necesidades. De este modo, aprenderás estrategias para adoptar unos buenos hábitos que te ayuden a mejorar tu salud y calidad de vida.

Más sobre mí
Sandra Solaguren-Beascoa. Graduada en CAFyD (Grado en Ciencias de la Actividad Física y del Deporte). Especialista en salud, entrenamiento y mujer. Doctoranda en Biomedicina en la Universidad de Granada. Entrenadora e investigadora en MAMIfit.

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