• Lourdes Peña | #impúlsate
  • 4 min de lectura

El equilibrio entre “cardio” y fuerza es el objetivo

Elegir el “cardio” frente a la “fuerza” no debería ser una duda. Buscar el equilibrio tiene que ser nuestro objetivo.

Durante mucho tiempo, el ejercicio conocido como “cardio” era el elegido por encima del ejercicio de fuerza. La idea era clara: ante nosotros se nos presentaba la forma rápida de perder peso y estar en forma, mientras que con el ejercicio de fuerza temíamos a la ganancia de masa muscular y volumen.

¿Es esto real? La respuesta es no. Son muchas las evidencias actuales que demuestran que ambos ejercicios generan una pérdida de calorías (si ese es tu objetivo) pero, además, sabemos que la ganancia de masa muscular debería ser otra de las metas en nuestro entrenamiento.

Ganar masa muscular no equivale siempre a ganar volumen corporal, sino que presenta miles de beneficios para nuestro organismo, sobre todo, cuando se acerca el envejecimiento celular.

¿Qué debemos hacer entonces? Buscar el equilibrio entre ambos tipos de ejercicio físico, y para ello es conveniente saber qué consigo con cada uno de ellos.

Fuerza o cardio?

¿Qué nos aporta el “cardio”?

El ejercicio de “cardio” es un ejercicio de resistencia aeróbica que busca fomentar el trabajo del sistema cardiovascular (de ahí su nombre).

Cuando realizamos ejercicios de este tipo obtenemos distintos beneficios:

  • Mejora del metabolismo. Produce una aceleración del metabolismo respiratorio y cardiovascular. El consumo de oxígeno se realiza de forma más eficiente, reduciendo la posibilidad de padecer una enfermedad cardiovascular al normalizar la frecuencia cardíaca y respiratoria.
  • Reduce el colesterol. Esto se debe al aumento del flujo sanguíneo que moviliza al colesterol impidiendo que tapice las paredes de los vasos sanguíneos.
  • Mejora el estado de ánimo y reduce la depresión. Estar activos repercute positivamente en nuestro estado emocional a nivel general.

Y, por supuesto, se genera una pérdida de grasa ya que se acelera el consumo de azúcares para la producción de energía durante el ejercicio. Ahora bien, este gasto energético solo se mantiene en el momento de la práctica deportiva. ¡Quédate con ese dato!

¿Qué nos aporta el ejercicio de fuerza?

Cuando hablamos de ejercicio de fuerza nos referimos, por ejemplo, al común levantamiento de pesas, tan olvidado durante mucho tiempo por la gran variedad de mitos que se establecen a su alrededor. Pues bien, es el momento de olvidar todos esos mitos y valorar los beneficios que nos aporta, sin prejuicios.

  • Aumento de la masa muscular. Imprescindible cuando llegamos a la edad adulta, puesto que evitamos o disminuimos la intensidad de procesos como la sarcopenia (pérdida de masa, fuerza y funcionamiento de los músculos en los adultos mayores). Es decir, mejoramos calidad de vida para la vejez y mantenemos la salud física durante más tiempo.
  • Mejora la densidad ósea. La consecuencia directa es una mejora del estado articular. Gracias a la contracción muscular, el tejido óseo recibe el feedback que le ayuda a generar más tejido sin debilitarse. Y, por supuesto, la masa muscular mejora la estabilidad de nuestras articulaciones protegiéndolas frente a lesiones.
  • Mejora la sensibilidad a la insulina. Explicación: disminuye la posibilidad de padecer diabetes tipo 2. ¿Cómo lo hace? Disminuyendo la grasa visceral (grasa que se acumula en el abdomen en los espacios entre los órganos) e intensificando el transporte de glucosa.
  • Mejora de la salud mental. Al activar nuestro organismo fomentamos multitud de procesos beneficiosos a nivel inmunológico, como ya vimos en a href="/seguros/es/particulares/blog/bienestar-salud/ejercicio-fisico-sistema-inmune.html">este artículo.

Pero aquí viene lo mejor: el ejercicio de fuerza produce una mayor pérdida de grasa corporal, ya que, al aumentar el volumen muscular, se genera un mayor gasto energético de forma mantenida. Esto se traduce en un incremento del gasto calórico. Sí, eso es, ganar tamaño y resistencia muscular prorroga la quema de calorías incluso horas después de la actividad física, cosa que no sucede con el ejercicio de “cardio”.

No elijas: combina y saldrás ganando 😀

Dicho esto, no hay más dudas: el “cardio” es necesario, claro, pero tenemos que incluir el ejercicio de fuerza en nuestra rutina de entrenamiento. Como ya avisábamos al principio, buscar y encontrar el equilibrio entre ambos es la clave para conseguir un entrenamiento que realmente nos motive a seguir y que nos aporte los beneficios que deseamos. En resumen: no elijas entre “cardio” y fuerza... ¡Combina ambos!

Como siempre, si te quedan dudas, el equipo de expertas y expertos entrenadores de MAMIFit y los médicos de los seguros de salud de Tomamos impulso te ayudarán a elaborar un plan de entrenamiento equilibrado y saludable que se ajuste a tus necesidades. Toda esta información te servirá para establecer un buen patrón de entrenamiento y mantener tu completa salud física.

Más sobre mí
Lourdes Peña Romero. Fisioterapeuta y entrenadora de MAMIfit. Especialista en suelo pélvico. Máster en acondicionamiento físico y control motor. Doctorada en la Universidad de Castilla-La Mancha.

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