- Sandra Solaguren-Beascoa | #impúlsate
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La ducha: ese momentazo
Una buena ducha después de una dura rutina de entrenamiento es uno de los momentos más placenteros para quien disfruta del deporte. No hay nada mejor que, cuando el cuerpo termina con una gran sensación de cansancio y fatiga muscular, brindarle un buen chorro de agua para recuperar y compensarle por el trabajo bien hecho.
A priori, el frío ayuda
Sin embargo, es frecuente escuchar discrepancias sobre cuál es la mejor temperatura del agua para darse esa ducha posentrenamiento. Las últimas tendencias han apostado por protocolos de crioterapia (aplicación de baños de agua a temperaturas muy frías o bajo cero) para facilitar el proceso de recuperación después de sesiones de entrenamiento exigentes. Estas prácticas han revelado efectos positivos (reducción del daño muscular, hinchazón e inflamación de los tejidos) para favorecer una rápida recuperación y agilizar el rendimiento. Además, es un método muy sencillo, fácil y económico de aplicar para cualquier deportista. Eso sí, si eres friolera o friolero creo que estas teorías no te convencerán, ¿verdad? 😀
Los expertos opinan hasta en la ducha
¿Qué nos dicen los expertos sobre esta popular “nueva tendencia” de usar el frío para recuperar? Una ducha de agua fría puede ser un buen recurso si acabas de entrenar y el tiempo aprieta. Quieres quitarte rápidamente el sudor que invade tu cuerpo para dedicarte a tus compromisos… pim, pam, agua fría y listos. Pero, ojo, puede que esa estrategia no sea siempre la mejor. De hecho, es recomendable esperar al menos 20 minutos para que tu cuerpo tenga tiempo de enfriarse e ir recuperando paulatinamente la frecuencia cardiaca y temperatura previas al entrenamiento. Varios profesionales explican razonadamente esta recomendación, señalando que, un cambio repentino en las fases de enfriamiento (temperatura corporal) y descenso brusco de las pulsaciones (frecuencia cardiaca), puede ocasionar desmayos y/o vómitos. Así que un chorro rápido de agua fría nada más terminar un ejercicio de carácter intenso no es la mejor alternativa.
Es mejor tener un poco de paciencia y esperar al menos 5 o 10 minutos para meterte en la ducha y, aún mejor, ir regulando la temperatura del agua (de templada a fría), dejando los últimos minutos del baño para poner el chorro de agua lo más frío que puedas y/o quieras soportar, centrándote en aplicarlo sobre los principales grupos musculares trabajados durante la sesión.
Más motivos para no ser de blanco o negro, de frío o calor
Aún no está claro del todo si este tipo de prácticas aportan o no beneficios en el proceso de recuperación post ejercicio. Además, son varios los que señalan que la aplicación de golpes de frío, aunque a priori pueda reducir los síntomas del dolor causados por la fatiga muscular extrema tras el esfuerzo, también puede ocasionar un aumento de la vasoconstricción (estrechamiento de los vasos sanguíneos) y la liberación de hormonas (noradrenalina), aumentando la presión sanguínea.
Por el contrario, la aplicación de agua caliente (aunque apenas hay investigaciones al respecto), provoca la vasodilatación (o aumento del tamaño de los vasos sanguíneos) y favorece la relajación muscular (hay una mayor oxigenación).
Cada uno/una que se moje por el bando que quiera: frío o calor
En definitiva, puedes priorizar según tus gustos o apetencias en lo que a la temperatura del agua respecta. El frío puede tener beneficios, pero el calor puede tenerlos también. Sin embargo, algo sí está claro: debes ser consciente de que un cambio brusco en tu proceso de enfriamiento/recuperación no es saludable. Lo mejor es esperar unos minutos a meterte en la ducha (sea con agua caliente, fría o templada). Además, si eres capaz de ir regulando la temperatura, tu cuerpo te lo agradecerá. Empieza con un chorro de agua tibia y termina con un cambio hacia frío o calor: tú decides.
Como has visto, cada temperatura tiene sus “pros” y sus “contras”. Sé prudente y utiliza el principio de progresividad, eligiendo la que más necesites en función del momento, preferencia y carácter del esfuerzo realizado. Y escucha a tu cuerpo: verás cómo te pide frío o calor y te lo agradece cuando se lo das, dejándote relajada o relajado y a gusto después de una buena sesión de ejercicio.
Si te quedan dudas, el equipo de expertas y expertos entrenadores de MAMIFit y los médicos de los seguros de salud de Tomamos impulso te darán unas pautas de actuación concretas en función de tus gustos y necesidades específicas, ayudándote a mejorar tu salud y calidad de vida de manera saludable y equilibrada. ¿A qué esperas para comprobarlo?
Más sobre mí
Sandra Solaguren-Beascoa. Graduada en CAFyD (Grado en Ciencias de la Actividad Física y del Deporte). Especialista en salud, entrenamiento y mujer. Doctoranda en Biomedicina en la Universidad de Granada. Entrenadora e investigadora en MAMIfit.
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