- Sandra Solaguren-Beascoa | #impúlsate
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La respiración es un mecanismo involuntario que el ser humano realiza continuamente de manera automática y natural. Pongamos atención a este acto tan importante.
Puede que, al ser algo que se lleva a cabo de un modo no deliberado, que no implica parar y pensar de manera consciente, no se le dé la suficiente importancia a la respiración como, por el contrario, se le da a la necesidad de comer, beber y dormir. Sin embargo, es esencial respirar para mantenerse vivo. Es más, se debería dedicar tiempo a aprender a respirar de manera adecuada para garantizar una mejor salud, descanso y rendimiento deportivo. Te lo explicamos.
El mecanismo de respirar
Tratando de simplificar el complejo mecanismo que esconde el sistema cardiorrespiratorio, podemos decir que el proceso de respiración comienza captando el aire de la atmósfera. El 2 % de ese aire es oxígeno que, a través de los pulmones, se une a la hemoglobina de la sangre. Esta sangre cargada de oxígeno es bombeada por el corazón y, a través de las arterias se distribuye a todos los órganos del cuerpo para que las células puedan producir la energía necesaria para llevar a cabo las actividades de la vida diaria.
Como ves, este increíble sistema tiene su punto de partida en el momento captar el aire, por lo que hay que asegurar que se realice correctamente para que el resto del proceso fluya de manera adecuada. En este punto es lógico preguntarse ¿por dónde se debe inhalar ese aire?, ¿cuál es el mejor mecanismo para que el oxígeno llegue a los pulmones?, ¿debería respirar por la nariz o por la boca?, ¿por dónde suelo respirar?... Igual, al ser un mecanismo automático, nunca te has parado a pensar cómo estás respirando o si la manera en la que lo haces es la más adecuada para tu salud. Si es así, no te preocupes, vamos a intentar aclarar tus principales dudas de la manera más sencilla posible.
¿Por la boca o por la nariz? Sin duda, por la nariz
La inhalación (momento en el que capturamos el aire) debe comenzar en la nariz. Ese aire, entra en contacto con las membranas mucosas de las fosas nasales donde se filtra (bloqueando las bacterias y partículas contaminantes procedentes del exterior) y humidifica (papel termorregulador). Respirar por la nariz ha mostrado aumentar la producción de óxido nítrico, gas que permite regular la presión arterial y mejorar el flujo sanguíneo; permitiendo mejorar la salud cardiovascular (Lundberg et al., 1996; Strijdom et al., 2009).
Según estas afirmaciones, parece que el ser humano está diseñado para respirar por la nariz; sin embargo, son muchas las personas que, inconscientemente, respiran por la boca sin conocer cómo está afectando negativamente a su estado de salud. Son varias las investigaciones que han revelado que, los animales que realizan respiración bucal han desarrollado múltiples problemas dentales, así como alteraciones anatómicas, afectando directamente a su estructura mandibular (Harvold et al., 1981; Miller et al., 1982). De igual modo, este fenómeno ocurre en los seres humanos, sobre todo en los primeros años de edad. Por ello, es importante detectar y corregir esta anomalía en niños para prevenir el desarrollo una mala oclusión dental, generando una mandíbula “anormal”, e incluso, la aparición de una deformación facial a medida que avanza su crecimiento (Limme, 1984; Torre y Guilleminault., 2018). Además, respirar por la boca produce una mayor sequedad y disminución del pH salival, aumentando el riesgo de desarrollar caries y empeorando la salud bucal general (Sivasankar y Fisher., 2002; Choi et al., 2016).
Ahora sí que es más que evidente la necesidad de respirar por la nariz para cuidar la salud y tener un mejor desarrollo y calidad de vida. Pero además, si soy una persona que realiza ejercicio de manera regular, ¿esto también puede afectar en mi rendimiento? En efecto, la respiración bucal ha mostrado ser un factor de riesgo en el desarrollo de problemas asmáticos (Kairaitis et al., 1999). Las personas que respiran por la boca tienden a respirar más, pudiendo llegar a hiperventilar; por ello esta asociación directa entre la respiración bucal y la aparición de asma (Fanfulla et al., 1998). En consecuencia, estas personas suelen presentar dificultades en la correcta activación del diafragma (Trevisan et al., 2015) y se ven perjudicadas a la hora de lograr un adecuado desarrollo de su capacidad aeróbica (Okuro et al., 2011).
En definitiva y, queriendo cerrar esta pequeña aportación, realicemos (o no) ejercicio físico de manera regular, debemos aprender a respirar por la nariz. Solo así conseguiremos:
- mejorar la termorregulación
- filtrar el aire
- elevar la producción de óxido nítrico
- prevenir la aparición de problemas dentales
- d'evitar i/o minimitzar la aparició de l'asma
y, en consecuencia de todas ellas, mejorar el rendimiento deportivo.
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Y tú, ¿cómo respiras? A partir de ahora, esperamos que por la nariz. ;-)
Más sobre mí
Sandra Solaguren-Beascoa. Graduada en CAFyD (Grado en Ciencias de la Actividad Física y del Deporte). Especialista en salud, entrenamiento y mujer. Doctoranda en Biomedicina en la Universidad de Granada. Entrenadora e investigadora en MAMIfit.
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